Me sentí atada a la cama, en gran parte porque no quería
despertar a Royo. Me daba pena que parara de ronronear. Sin saberlo emprendí
uno de los viajes más importantes que he hecho nunca. La verdad es que salir de
“mi sitio” es algo que tengo que hacer, pero me gusta pasar tiempo allí dentro.
La finalidad de mi viaje era explorar y con esto descubrir a quién pertenecían
unas voces que se oían en la lejanía. Dentro está mi cama, que no es como las
primitivas, esta no es una alfombra de trenzas de lana y pelo. Para poder imaginarlo
mejor, os voy a descubrir también lo que
llevaba puesto: mi pijama de cuadros, cuya historia también es curiosa. Me
dirigí a tierra de nadie, un lugar estrecho y con las paredes adornadas con,
por ejemplo, un cuadro de Céramicas Punter, una empresa de cerámicas muy típica
en Teruel. Conforme iba avanzando, logré descubrir a quién pertenecían las
voces misteriosas. Eran mis padres. Sentí que haber hecho el esfuerzo de
levantarme de la cama no había servido de nada, pero logré encontrar otra
finalidad a mi gran viaje: sentarme en mi sofá. Antes, al comienzo de la
historia de esta especie de sillas enormes acolchadas, solo podían poseerlos y
hacer uso de ellos los reyes considerados dioses, y los usaban para estar
elevados respecto al suelo y más cómodos, naturalmente, así que supongo que
tengo mucha suerte de poder usarlo.
Ya estoy planeando mi próximo viaje, con destino a mi
trastero. Es un viaje mucho más profundo, enriquecedor y largo. Aún no sé si
estoy del todo preparada, pero tengo muchas ganas. ¿Por qué aspirar a un viaje
más grande si aún no conozco todos los rincones de los sitios más cercanos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario